lunes

después


la que quedó a la orilla del río, a la sombra de otros nombres,
me nombra en las emboscadas de cada esquina,
en la penumbra de los portales,
agazapada en el silbato de los trenes,
detrás de las cortinas de los prostíbulos.
resiste en la mirada indolente de las estatuas,
solloza en las piernas de mujeres abandonadas,
en el rocío agónico de los amaneceres

-mientras tanto el viento rompe los espejos
convocando la tormenta -

yo que dormí desnuda en los contornos del cielo
sólo quise vivir
bailé inocente al calor del fuego
(no conocía la música del infierno)