sábado

de relojes y espejos

suele terminar del otro lado del cielo
a veces se extiende un poco más allá,
incluso atraviesa la trinchera
pero siempre termina. es un instante.
un leve instante,  parecido al vuelo de un pequeño pájaro.

conspiran los relojes,
intercambian disfraces y fetiches
levantan estandartes de cáscara y espuma
y después, en los espejos,
aparece una sombra con la misma sortija que yo usaba:
aquella de la piedra preciosa del amparo.

entonces quisiera dormir, porque siempre termina.

es apenas una tenue brisa,
un antiguo retrato,  un destello de sol.
el recuerdo de un sueño.

quisiera dormir, cerrar los ojos para siempre

(pero me crecen flores en la espalda
y me deslumbra el esplendor de este vestido nuevo)



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