todo quedó guardado en esa tenue llama.
aquella luz incandescente y
frágil,
desmesurado sol , halo
deslumbrante
allí quedó el misterio, las
sombras,
un crujir de semillas.
los muebles que crecían hasta
el cielo
con formas azarosas.
en aquel diamante, fulgor
anaranjado
quedó cautiva la mosca tornasolada
del telégrafo;
la misma que, después, rozó con obscena impunidad
su frente pálida.
allí quedó aquel tren hacia
ningún lugar.
la remota orilla, el bosque insaciable,
y Dios con su sermón errático
sofocando el amor y la caricia
caleidoscopio de fuego, resplandor del alma.
plegaria del deseo: corazón–hotel
que albergaba huéspedes
extraños,
labradores de flores
clandestinas en las sábanas.