jueves

sin alma

en esta ciudad huérfana de un mar que le negó el descuido
(usurpada por el vuelo oscuro de las golondrinas)
un brillo de luciérnagas proyecta mi sombra en el umbral
hay un dibujo de mí alargándose en la calle
-tengo un vestido de rejas y un naufrago en los ojos-
me rodean cazadores hambrientos, intentan devorar los restos del cielo,
hacer un banquete de mi frágil historia,
de mi equipaje pleno de arboledas, de pueblo de linternas,
de mi voz callada que aún retumba en la agonía eterna de los cementerios

pero mantengo intacta la promesa de socorro,
la risa atravesando frutas, la danza de los grillos,
el agua como espejo,
para que no lo noten,
para que no descubran que estoy deshabitada