por estos días los trenes se estrellan como los cometas
nadie llega a tiempo
una fila de adioses espera en los andenes
y en los baldíos florecen jaulas con olor a muerte
para los pájaros perdidos
la espiral de los días devora el corazón
de los pequeños gestos de ternura
sus ojos -siempre cerrados- cuelgan de los balcones
como una bandera al viento celebrando el desamparo
los carteles siguen mudos
en la inmóvil mentira de sus letras
se borran las veredas
las esquinas apuñalan encuentros por la espalda,
mientras tanto, aquel río transcurre
debajo de las avenidas saqueando los atardeceres
alguien conspira el crimen detrás de los umbrales:
una estocada final a la inocencia
y la pequeña lámpara que iluminaba el mundo
se apaga para siempre
sin embargo, a veces, un planeta con dos soles
fulgura desde una alcantarilla,
entonces, mi inútil y obstinado amor
lo busca, tiernamente, entre los muertos.
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