sábado
breve relato del desamor
la lluvia no deja de caer.
al llegar sentí el cielo como una amenaza y ahora parece derrumbado sobre las calles vacías.
desde la ventana veo el pueblo suspendido en un lugar sin tiempo. algunas casas apenas visibles detrás de la llovizna. los árboles raquíticos. el ruido del viento, perseverante, eterno.
la noche que murió mi madre yo había salido a cenar con una amiga.
después, la voz temblorosa en el contestador. el viaje urgente.
la vi sólo un momento. unos pocos minutos. fría y distante.
no derramé una sola lágrima. no pude.
me pareció un alivio no tener que volver a mirar sus ojos impasibles.
como si de pronto hubiera dejado de dolerme la falta de su abrazo.
pensé en quedarme sólo un día. pero aquí estoy, en medio de este temporal. sin poder moverme. rodeada de caminos inundados. deformados por la fuerza de la lluvia que provoca heridas profundas. de esas que tardan en cicatrizar.
está anocheciendo. apenas distingo la arboleda que conduce a la salida.
parece que los árboles se aferraron unos a otros, formando una muralla impenetrable que delimita el pueblo. como si en este lugar fuera a llover por siempre. o si, de repente, se hubiera interrumpido algo que me convierte a mí en parte de este espanto. el cielo derrumbado sobre las veredas.
aquella mañana, me quedé parada en el umbral, con los zapatos embarrados y empapada.
la vi, en la cocina, afilando ese cuchillo grande que usaba para picar cebollas. y tuve miedo.
ella tenía puesto el vestido claro con flores violetas. alta. inalcanzable.
sólo algunas veces, me tomaba de la mano y me llevaba a caminar por la arboleda.
siempre en silencio. el aroma de los eucaliptos, las puestas de sol, su mano aferrada a mi mano pequeña. y mi recelo, siempre.
llovía con violencia.
le quise hablar, pero en cuanto me vio se puso a picar cebollas furiosamente. no levantó la vista. yo tenía nueve años y mientras la miraba preparar el almuerzo, le pregunté si me quería. no me respondió. o tal vez lo hizo de manera inaudible. no pude volver a preguntarle. nunca más me atreví.
afuera parece una emboscada. los árboles gritan contra el viento.
se están muriendo bajo esta lluvia inexorable.
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Uy! Es duro...
ResponderEliminaryo te mando un abrazo, si es que sirve.
Qué pasará en las almas de los que callan su amor?...¿estarán mutiladas? ¿tendrán un corazón tan mal herido que no pueden soportar la tibieza de un cariño?
ResponderEliminarEsa niña no es de la comarca donde mueren los árboles, es del valle de sol que le negaron.
Tu texto es especial para mí, me llegó, me conmovió y removió muchas sombras de mi vida.
Un abrazo muy grande, gracias, amiga.
Besos
REL
Que bello, lo he leído y releído y siempre me invade la ternura...
ResponderEliminarte dejo mis saludos fraternos
Menudo relato. Me ha encantada. Es muy fuerte pero realista. Genial!
ResponderEliminarTremendo, conmovedor...
ResponderEliminarLa dificultad para expresar el amor debe ser la peor de las incapacidades que puede padecer un ser humano...y cuánto daña!
Te amo, hermana...
Seguí dejando brotar tu talento.
Ana...me has sobrecogido.
ResponderEliminarHe percibido olores, sabores, la angustia del tiempo. Me has llevado muy lejos con tus palabras, a ese territorio inaccesible de la infancia. Escribes como los ángeles.
un beso muy grande, amiga!
Impresionante, de verdad. Cómo me ha gustado, por ser tan realista. Besos.
ResponderEliminarSobrecogedor y valiente...
ResponderEliminarUn beso
muy bonito post...muy bonita mujer
ResponderEliminarsaludos
Mi querida Ana, que cosas crueles relatás…
ResponderEliminarMe gustan tus letras, aunque denoten desamor… el sentimiento se transmite
Gracias por tus bellas palabras! Comentarios como el tuyo dan ganas de seguir escribiendo!
Besitos!
PD: Se te ve muy linda y contenta en las fotos
¿Pero como escribes tan bien y no te has nominado en los premios? Estas palabras que construyen este relato merecen un premio.
ResponderEliminarPalaras como cuchillos, que he sentido también.
ResponderEliminarUn beso.
me ha conmovido tu post, ya hace algun tiempo que no pasaba por aquí...muy realista, me ha tocado, y hace recordar mucho del pasado...a veces...es como tu lo dices lo respondió de forma inaudible...a veces la más duras de las experiencias, puede ser mucho peor para el que está del otro lado...aunque cueste creer...
ResponderEliminarbesos, linda.
hola amiga tanto tiempo.
ResponderEliminargracias por no dejarme jajaj...ando triste, desarmada, tratando de volver a armarme.
es largo de contar...lindo, feo, ya no se. estoy intentando no sufrir mas de la cuenta...tratando de que mi corazon no se de cuenta ...no se...necesito paz...y tranquilidad...
te escribo.gracias por tus lindas palabras...vero
Ana!
ResponderEliminarDonde estas?
belleza en tus palabras para expresar lo hondo del desamor y ese anhelo tan intenso por desarmarlo.
ResponderEliminarbesos
miguel
Has sido nominada en Premios Maritoñi edicción 2009. Te lo mereces.
ResponderEliminarCuanto duele y cuanto marca .
ResponderEliminarLa LLuvia sanara heridas .
Cuanto he recordado.
No puedo decir mucho mas .
Un abrazo
Algun@s, hacen lo que pueden... hay almas aprisionadas por el dolor de ser y de vivir sin remedio... como una lluvia indomable o un mal viento...
ResponderEliminarSeres incapaces de salir al paso de la ternura. Pero estoy segura de que sufren más que el resto por esa misma incapacidad.
Y ahí estamos los demás, los que tenemos la suerte de "poder" para leer entre líneas. Cogida de su mano fue a la arboleda a ver como caía la tarde. Muchos, muchísimos quisieran tener un recuerdo así...
A veces, hay mas gestos que el abrazo acogedor y tan esperado que nunca llegó. No todo se dice con palabras... Pero tú ya lo sabes, no hay más que ver tu texto.
Te quiero preciosa.
Buenísimo tu estilo .me ha encantado
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