“El sentimiento más profundo se revela siempre en el silencio”
Mariane Moore
Mariane Moore
Pasaba el día entero en silencio casi sin mirar a nadie. Se presentaba ante todos hermético y evasivo. Hablaba muy poco. Solo unas pocas palabras de cortesía. Yo lo miraba de reojo. Espiaba cada uno de sus movimientos como si pudiera, de ese modo, descubrir en cada pequeño gesto algún secreto de su interioridad. Supe, desde siempre, que iba a ser una tarea difícil penetrar ese intrincado camino que aparentaba ser su alma. Nunca lo había escuchado hablar de él. Como si no hubiera nada interesante para contar. Era, además, totalmente previsible, seguía una rutina exacta cada día y siempre en silencio. Como si jamás esperara nada de nadie. O como si se eludiera a si mismo. Sin darme cuenta me había obstinado en revelar que escondía su silencio. Pero, por sobre todas las cosas, lo que yo quería era que notara mi presencia. Un tiempo después aprendí que es imposible entrar en la soledad de otro. El que calla es porque no quiere o tal vez, no puede, darse a conocer. En mi pequeño corazón de niña sentía que el silencio era el más implacable de los castigos. Porque el silencio del otro limita el amor, siempre. Le pone una barrera que neutraliza el abrazo.
Una tarde en la que el mundo parecía haberse detenido, un día de esos en el que las nubes se arruman presagiando lluvia, me dijo “¿Querés que te cuente un cuento?”
Y comenzó a contarme una historia que se extendería a casi todas las tardes en las que el cielo se pintaba de gris, como si el amparo de ese color le permitiera evadirse del silencio. Me contaba con increíble entusiasmo un relato de aventuras cuyo héroe era un hombre apasionado dispuesto a dar la vida por salvar el mundo. Pasaba por toda clase de vicisitudes y hacía frente, él solo, a las más poderosas tempestades. El emocionante relato incluyó durante todas esas tardes lluviosas, sorprendentes cambios de fortuna, luchas contra bandidos sin más armas que las propias manos, romances ardientes y hasta la cercanía de la muerte por una herida mal curada en el brazo derecho que le había dejado una marca, que el personaje lucía con orgullo como signo indiscutido de haber peleado por la vida. Su silencio se convertía de pronto en un lenguaje preciso y entusiasta. No dejaba pasar ningún detalle y narraba meticulosamente cada día y cada noche a bordo de un barco en medio de la inmensa soledad del mar. Describía minuciosamente a ese hombre romántico con una vida asombrosa y apasionante que no temía a nada, que conocía a personas de todos los puertos del mundo, que había amado febrilmente a las mujeres más hermosas de la tierra y que desafiaba al mar para cumplir un sueño.
Después volvía a su ostracismo habitual. Como si hubiera elegido exiliarse de los sentimientos. Nada lo perturbaba. Nada lo conmovía. Era un ausente de la vida. Como si no existiera. Sólo cobraba vida en las tardes de lluvia cuando me relataba esas aventuras en el mar. Después se enfermó y pasaba el día entero dentro de su habitación, a la que no me dejaban entrar. No volví a escucharlo.
“¿Qué hacen esos hombres?”, le pregunté un día a mi padre.
“Vienen a buscar al abuelo que se fue al cielo”, me dijo.
Me acerqué con temor a la habitación y espié a través de la puerta entreabierta: mi abuela vestía con una camisa de fiesta a mi abuelo dormido. Alcancé a ver en su brazo derecho una gran cicatriz, como la que lucía con orgullo –como signo indiscutido de haber peleado por la vida- el protagonista del relato que él me narraba, cuando el cielo se volvía gris.
La eencia del texto me recuerda a Somerset Maugham "vivir después de cierta edad es como quedarse en el teatro después de la función"
ResponderEliminar"ausentes de la vida"? Tal vez "la vida" tenga un guión atractivo para las nuevas generaciones y el abuelo sabía de tormentas.
Hermoso relato, Anita.
Besos del Relito
Es genial! (qué suerte que etás escribiendo) ... y es conmovedor.
ResponderEliminarTe abrazo fuerte.
Cuando el cielo se ponía gris, el abuelo de tu relato, le daba color a su vida contando sus historias de aventuras... quién sabe cuánto de autobiográficas tenían...o tal vez esa era su única forma de vivir otra vida. Aquel marino viajero, dormido en la memoria del abuelo, sólo despertaba en las tardes de lluvia para cumplir sus sueños... qué ganas tengo de que el cielo se ponga gris en este momento!
ResponderEliminarMe encantó tu relato Anín, quiero más!
Wow, cuando empecé a leer el relato me sentí identificada. Uno siempre encuentra en esta vida a personas que ocultan algo tras su silencio y muchas veces son cosas increibles. Una vez más una linda historia.
ResponderEliminarsaluditos
kiri
Qué hermoso! Qué hermoso...
ResponderEliminarAsí suelen ser los silencios, dolorosos para los dos. Qué bueno que pudiste verlo y enseñárnoslo.
Un beso
RELitoquerido: me hace muy felíz que te haya gustado el relato, especialmente a vos, porque tus silencios saben siempre de tormentas, pero también de una preciosa vida.
ResponderEliminarBesos de l'anita :)
Quique: supe que estuviste pensando en mí mientras intentabas tocar el cielo, GRACIAS por eso. Decía Juarróz que pensar en alguien es pensar en salvarlo, gracias querido amigo.
ResponderEliminarVenga ese abrazo.
Mi hermosa Marû: ahora el cielo esta iluminado por miles de estrellas, el abuelo vive en una de ellas, pero si vos querés yo puedo contarte un cuento para que te duermas serena y sueñes con el mar.
ResponderEliminarte adoro, marulina
Kiri: casi siempre, como dice el epígrafe, el silencio revela el sentimeinto más profundo.
ResponderEliminarMe alegra mucho tu compañía.
Un abrazo fuerte
Marcelo: Es verdad, son dolorosos los silencios, pero a veces hay manera de sortearlos y es siempre desde el corazón.
ResponderEliminarMe gusta mucho verte por aquí.
Besos,
QUÉ TRISTEZA CUANDO EL CIELO SE PONE GRIS... PERO QUÉ DICHA LA MÍA, POR LEERTE.
ResponderEliminarTE ABRAZO. MÁS QUE NUNCA AMIGA, MÁS QUE NUNCA.
PAU
Pauli: aquella vez de nuestro primer abrazo, el cielo también estaba gris, sin embargo un abrazo es siempre milagroso.
ResponderEliminarPor eso, esta noche, hasta la madrugada, siempre abrazadita a vos.
escribir desde el recuerdo,como siempre en vos es maravilloso.
ResponderEliminary creo que el abuelo conocía muy bien los sonidos del silencio...
mil besos*
Ra-yu: los recuerdos son los que obran maravillas cuando escribimos
ResponderEliminar¿no te parece querida amiga?
(a mi me gustan los sonidos de tu zi-gurat)
un abrazo fuerte
hermoso anita, muy bueno
ResponderEliminarme sorprendiò y me gustó mucho el final
besito
es la 2da vez que entro a este blog. Esta historia me hizo recordar a alguien.. que vive en días grises.. y que tiene muchos silencios y mucho que contar... aunque se enfoca en relatos de dolor... creo que porque aún no tiene la sabiduría de las personas que han vivido más tiempo... pero eso el tiempo lo dirá. interesante historia, mucho nos dice, mucho nos enseña... saludos.. creo que entraré más seguido.
ResponderEliminarJuancito: y a mí me encantó que volvieras al primer amor y que nunca pierdas aquel atardecer en tu mirada y por supuesto que no vayas nunca a ese "bar de los granujas" :)
ResponderEliminarbesitos
Vyco: bienvenido!te espero siempre que quieras regresar.
ResponderEliminarOjalá podamos descubrir siempre lo que esconden los silencios de las personas que amamos. Nos ayudaría a comprenderlos.
Un beso.
Ana linda amiga um glorioso fim de ano e que a brisa de um novo ano seja para ti o reflexo de teus passos até as estrelas. Muitas conquitas e muita vida cheia de alegria e amor.
ResponderEliminarMeu beijo de luz e feliz ano novo
Rachel: que hermoso deseo!!!
ResponderEliminarYo deseo lo mismo para vos hermosa, la misma luz, la misma brisa y todas las estrellas.
besos y abrazos
Me hiciste acordar de cierta gente...
ResponderEliminarGerardo: me encanta que hayas aprendido a dejar el comentario! :)
ResponderEliminary como homenaje a esa gente que recordaste voy a transcribir aquí parte de tu mail, porque creo que siempre es mejor que el silencio hable:
"De mi abuelo materno recuerdo muchísimas situaciones. Casi todas breves.
Sobre todo sensaciones afectivas. Gestos, palabras, imágenes. A pesar de que nos dejó cuando yo era muy chico.
Todavía me parece verlo, como aquella vez... mirándome por la ventanilla de un colectivo primitivo, uno de esos bondis con chasis corto, con asientos de cuero,la carrocería fileteada y cortinas con ribetes en las ventanillas. Iba junto a dos de sus hermanos para cobrar la jubilación en el Banco de la Nación, en el centro de Lomas. Todos eran altos y fuertes, a pesar de su edad. Llevaban sus sobretodos largos y sus sombreros. En mis días tiernos-y aun hoy- me parecían personajes que -con el tiempo- aprendería a calificarlos de legendarios.
Ellos, todos, en el universo borgeano serían calificados de “compadres”; hombres sencillos, de nobles sentimientos, que trabajaron en hornos de ladrillos, en las vías del ferrocarril, como albañiles, en el campo…
En una foto, que me cuesta recordar sin emocionarme, estoy en la puerta de mi casa aferrado a una de sus manos firmes. Era una de esas casas altas, de ladrillos descubiertos, con un zaguán altísimo cerrado por una puerta enorme, que en el marco, arriba tenía un llamador de bronce semejante a una mano empujando una pelota (parecia esas casas que se ven en la fotos de Italó). Bueno, yo apenas si sabía caminar, y se nota que me esfuerzo -sonriendo- por aprender. Él, vestido con boina, camisa y pantalón de campo, me enseñaba a sostenerme.
Su hermano, Eusebio, me contaba muchísimas historias, de cuando eran chicos.
Mi viejo también
Algún día espero cotarte alguna.
Me hiciste recordarlos... "
Siempre GRACIAS, queridoamigo
ana: agradezcamos a nuestra bella y áspera piedra planetaria que ha vuelto a cumplir otro mágico óvalo sobre tan pálida estrella. Y con todos nosotros adentro.
ResponderEliminarbesos
miguel (2010-9002)
Anaquerida
ResponderEliminarNosotros comenzamos otro año. Nosotros-nosotros-nosotros...¡qué bien suena esta palabra!
Besos, abrazos y un matecito recién preparado.
Gracia por este año, Negrita del alma.
Felicidad
chaucito
Miguel: Agradezcamos, sí. Y celebremos la vida con el deseo de que "todos nosotros adentro" -como decís- podamos convivir cada vez con mayor tolerancia, buenas intenciones, solidaridad y paz.
ResponderEliminarBesos.
RELitoquerido:
ResponderEliminarNOSOTROS, suena muy bien. Suena parecido a esas canciones de la primer madrugada del año, al tierno sonido del abrazo que acorta la distancia y a la hermosa esperanza de una vida nueva.
Choquemos los matecitos (yo sigo con mi jarrito rojo...¿me regalarías uno azul?)
Te adoro, RELito
(chaucito)
Tu relato es verdaderamente hermoso, y te diré que tu sin querer o queriendo, también haces los mismo con tus comentarios…Un día vienes a visitarnos y de pronto no apareces en meses.
ResponderEliminarTodos tenemos nuestras costumbres, unos son mas abiertos y a otros no se que les pasa…Pero creo que hay mucha timidez
BESOS Y Feliz 2010
Carlos: Es verdad que a veces entramos en largos silencios, pero me parece que el comienzo de un nuevo año es una hermosa oportunidad para que el silencio se vuelva voz, así que brindemos por el reencuentro y sigamos juntos el camino.
ResponderEliminarBesos y gracias por acompañarme.
Que bonitooooo
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo, espero que lo hayas empezado mejor que yo con la gripe
Besos
Juan: que alegría me da verte por acá!
ResponderEliminarSabés que mi abuela decía que cuando uno termina el año con gripe, el que empieza va a ser fantástico, así que te espera un año precioso :)
Creo que ya estás bien y eso me hace muy felíz, te abrazo.
Silencios pueden ser muy importantes. En la música suelen ser cortos y significativos, en las conversaciones crean calma, fantasía o lo que sea, y en la vida de un hombre o mujer tienen causas profundas que te hacen preguntar: por qué será?
ResponderEliminarMe gustó mucho tu cuento.
Besos y felicidad en 2010
Giovanni, sí, es verdad, el silencio, cuando el que se calla es el corazón, suele ser un misterio y hasta la imposibilidad de amar.
ResponderEliminarGracias. Y continuemos alegrándonos por las pequeñas cosas de la vida. Eso vale mucho.
Besos.
Los sonidos del silencio, retruenan en el alma y nos recuerdan que la vida sigue y el pasado es nuestro día y los sentimientos parte del futuro
ResponderEliminarSalud
Y allí, en la misma estrella a la que iremos... nos contará de nuevo el primer cuento. Y el cielo será gris y hermoso a un tiempo.
ResponderEliminarTe quiero.
El Pinto: Bienvenido Benito! Gracias por dejar tu reflexión despues de leerme, de eso se trata este intercambio de sensaciones que establecemos en los blogs.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.
Cristalit@: las dos sentaditas escuchando el cuento como entonces. ¡Que maravilla!
ResponderEliminar(El cielo será azul, seguramente)
Y yo??? un montonazoooo!!!