miércoles


morir en el mar

yo pensaba que no creías en nada
pero ahí estábamos, en aquel ritual ajeno a mí:
me dejaste encender la primera lámpara
y pedir el único deseo que sería concedido
me dijiste, también,  que el verdadero amor
eran esas pequeñas cosas.

miré fijo la llama que crecía dócilmente.
éramos muy jóvenes los dos,
tan jóvenes que el esplendor del alma nos cegaba.
pedí, entonces, solemne y con los ojos cerrados,
morir en el mar, como Alfonsina.

el halo subía hasta tu frente,
te alumbraba encendiendo tu risa como un don.
tan lindo, tan bueno entre claveles y ángeles.
parecías una estampa,
un paisaje sereno sin médanos ni viento.

cuántas veces morí en el mar
desde aquel día regido por el fuego.
cuántas veces la playa deshizo mi vestido silente,
cuántas noches me esperó en el muelle
aquel cortejo de pájaros.

cuántos años pasaron, cuánta niebla.
casi no quedan vestigios 

de aquel espejismo de estrellas, 
de aquel misterio de circo que hechizaba el mundo.