domingo

al costado del mundo

a veces temblábamos de frío al costado del mundo,
no teníamos patria.
de vez en cuando brillaba alguna antorcha
que nos encendía el cielo
pero pronto volvíamos al lugar de la emboscada
al espejo que nos congelaba los gestos
y nos volvía invisibles.

sembrábamos estrellas en un  jardín exiliado
y,de tanto en tanto, nos rozábamos la voz.
entonces, en la pared de enfrente,  
florecía la comarca de enero:
oíamos el ruido de cerrojos
cayendo al mar como guirnaldas,
habitábamos "hoteles secretos"
y estrenábamos caricias en camas ajenas,
bajo esos techos que, por entonces, 
arrebatábamos a  la madrugada.
nos abrigaba el silencio
y la mirada atenta de las cosas mudas
que, poco a poco, devoraban nuestras sombras  
y nos hacían desaparecer.

después nos perdíamos en el viento.
no quedaban huellas.
ni siquiera algún rastro de pétalos marchitos.
volvíamos al territorio baldío,
a aquella estación donde la espera
fundaba  andenes de ceniza y niebla.

y aquí estamos.
en esta tierra estéril esperando un signo,
un cortejo de pájaros, 
una "pequeña lluvia", una señal, 
aquella antigua ceremonia en la ventana,
algo,  que nos permita, todavía,
nombrar lo que no existe.