domingo

vestirse de pájaros

a veces sólo basta con cerrar los ojos.
hacerse pequeña hasta saltar el muro,
resucitar la muñeca muerta,
(la del vestido coral con pestañas de enero)
dejar que las nubes florezcan urgentes,
tachar los fantasmas de las mayúsculas,
no volver a nombrarlos
o hacerlos invisibles en las minúsculas

a veces sólo basta con cerrar los ojos.
encender la lámpara que apagó el invierno,
que vuelva a brillar la  furtiva mañana,
colgar un espejo a la altura del cielo,
limpiar las cenizas del último incendio.

vestirse de pájaros.
dejarlos que canten , quitarles paréntesis.
que labren el viento de estrellas,
que siembren la página de pequeños gestos
que funden, en la antigua herida,
una patria clara de palabras nuevas, de sílabas blancas.


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